Encuentro en la capital
Mi nombre es Lucas, nací a principios de los
años sesenta, y bendito el día que tuve la idea que tuve de comentar en mi
blog, anunciando mi visita a Madrid, para asistir a la boda de un pariente mío.
Uno de mis visitantes, (muy escandaloso, por cierto) se ofreció a acompañarme
durante mi vista. Le dije que iba a ser una cosa breve, no más de dos días. A
lo que me dijo, que "estupendo, socio. En cuarenta y ocho horas hay tiempo
de hacer muchas cosas". Le insistí, que probablemente, saldría de la boda
algo bebido, a lo que respondió, que eso era mucho mejor. Así estaría en
mejores condiciones de acompañarle.
Me di por vencido, y accedí. Por la mañana
iría a la boda, descansaría un par de horas, y por la noche quedaría con él.
Ese hombre se hacía llamar “Jaujaro” en los foros por los que frecuentaba. Su
blog era repulsivo, pero por motivos diplomáticos le dije que era encantador. Era
frecuentemente expulsado por saltarse las normas, insultar a los foreros y
faltarles el respeto. Le pregunté por correo privado, el motivo de su extraño
seudónimo, a lo que respondió:
“Cuando estuve en el “cole”, en aquella
época en la que España no tenía democracia, tuve a un profesor muy riguroso.
Una vez, mientras aprendía a escribir mi nombre, que es “Jenaro”, el muy bellaco,
me arrebató el cuaderno, y dijo en tono de mofa, que ahí ponía “Jaujaro”. Luego
me lo lanzó a la cara, y me dijo que aprendiera a escribir bien mi nombre. En
adelante, me llamó “Jaujaro” durante el resto del curso. Los compañeros me
llamaron igual, y cuando me conecté a internet, una mala inspiración me hizo
recuperar ese alias para mi cuenta. En realidad, no suena tan mal ¿Eh?”.
Por lo tanto, ese hombre era de edad cercana
a la mía. Bien, otro punto más a favor del encuentro. Era de esperar que nos
entenderíamos mejor.
Cuando llegué al lugar de la cita, me encontré
con un hombre calvo como yo, que vestía una chaqueta negra de cuero. Bueno, eso
me lo esperaba. Su blog tenía muchas fotos de ella. El me reconoció, enseguida.
Le mandé un par de fotos recientes, antes de quedar.
—Buenas noches, “Lucano”. Dijo, llamándome
por mi “nick”. Encantado de conocerte. Ven, vamos a dar una vuelta. Dijo,
mientras abría la puerta de su coche.
Me gustó el Madrid nocturno, y sus
llamativas luces. No sé por qué motivo, me acordé de esa musiquita de finales de los 70, "Heart of glass" del grupo "Blondie".
Seguramente, porque me recordaba mis tiempos de juventud, en los que salía con mis amigos de juerga. Estos son otros tiempos, pero al ser mi acompañante de edad cercana a la mía, fue inevitable recordar esa maravillosa canción.
Jaujaro no paraba de hablar. Temía que
acabáramos chocando con algún semáforo.
—¿Te gusta el flamenco, socio? Podríamos ir
al Corral de la Morería. Es un sitio estupendo ¡No veas, qué ambientazo!
Esa
era una sorpresa inesperada. A mí, el flamenco, ni me gusta ni me disgusta;
pero no pensaba que pudiera gustarle a él.
—Gracias, pero mejor, vámonos a un lugar más
discreto. Un pub tranquilito, podría ser suficiente.
—Como quieras, socio. Se me está ocurriendo
un sitio; a ver si acierto.
El coche estuvo un buen rato, dando vueltas.
Pasamos por el monumento de La Cibeles, al menos tres veces. Eso me inquietó.
Le hice esa observación, y se echó a reír.
—Bueno, es que aunque nací en Madrid , me pasé
gran parte de mi vida en Málaga. He vuelto a mi tierra de nacimiento hace tan
solo dos meses, y aún no conozco bien la ciudad. Pero tú, tranquilo, colega.
Esto es un pañuelo, y no tardaré mucho en conocerla.
Finalmente, decidimos ir al pub “Irish Rover”;
un sitio realmente acogedor. Era increíble lo que hablaba mi reciente amigo
¿Habría alguna forma de hacerle callar? Cuando sonaba la música, se esforzaba
por hablar más alto. Me invitó a una cerveza, luego a otra, y a otra. Temí, que
acabaría sintiéndome mal. Entonces, le dije que no podía más, y que por favor
me llevara al hotel Clement Barajas que era el lugar donde me alojaba. No hubo problema.
—Faltaría más, socio. Eres al amo. Dijo con
amabilidad.
Debo admitir que la despedida resultó un
poco triste. Mis temores y mi extenuación por la celebración de la boda, me
impidieron pasar una noche mejor.
—Bueno, ya nos encontraremos otro día que te
encuentres mejor ¿No?
—Seguro que sí, Jenaro. Hasta pronto.
—Hasta pronto, Lucas.
Apenas se alejó el coche, pegué un tropezón,
y me caí al suelo.
Bruscamente, descubro que estaba dormido.
Había sido un sueño. Miro el reloj. Falta media hora para la cita. Me arreglo a
toda prisa, un poco malhumorado por la noche que me espera.
Suena el teléfono
móvil. Es Jenaro. Voy a su encuentro, y
al verlo en persona me llevo una ligera decepción. El Jenaro real no tiene coche.
—Vamos a andar un ratito. Eso nos sentará
bien para la salud.
También descubro que es poco hablador. Con
voz indecisa, me pregunta si me parece bien que vayamos a un pub. Le digo que
sí. Moralmente no se parece tanto al Jenaro con el que soñé, pero tras un rato
charlando, se anima más. Tal vez, sea todo cuestión de confianza. Por mi parte,
aprendí la lección gracias al sueño. Como salga a la calle con juicios
preconcebidos, lo pasaré mal. Hay que dejarse llevar por el ambiente.
Hola Antonio... los sueños, sueños son.
ResponderEliminarA veces parecen tan reales que al despertar... te sorprendes y no puedes creer que, simplemente, estabas en los brazos de Morfeo
Besos
Es verdad. A veces, me he despertado con la sensación de haber recibido una paliza.
EliminarBesitos
Bueno, nos queda por saber qué encuentro le agradó más a Lucas. Si el real o el soñado.
ResponderEliminarNo se puede un@ hacer ideas preconcebidas de nadie y mucho menos de alguien al que solo se conoce por el nick y en lo virtual.
Abrazos
Como diría cierto tema de principios de los 60, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
EliminarUn abrazo
Realmente es mejor que el tiempo y el momento hagan su trabajo, de lo contrario nunca las cosas saldran bien si vas predispuesto a otra cosa
ResponderEliminarMuy buena entrada
Un saludo
Las obsesiones son muy malas. La realidad, no siempre es tan dura.
EliminarSaludos cordiales.
Por normal general siempre hacemos juicios antes de las cosas y luego pasa lo que pasa, ja ja ja. Buen finde. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Verdad que sí? :)
EliminarUn abrazo.
Muy buen relato y con excelente ritmo. Desde luego, los prejuicios y las ideas preconcebidas son siempre un estorbo que no nos permiten disfrutar de una realidad ajena a ellos.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Carlos. Los prejuicios nos complican la vida, y mucho.
EliminarSaludos
Me he visto en la noche de Madrid con un tipo diferente a mí pero que sabe convencer o uno se deja llevar en una noche algo surrealista.
ResponderEliminarJo, que noche.
Un saludo.
Esas son las clases de acompañamientos que todos deseamos, y rara vez encontramos, Alberto.
EliminarUn saludo.
Evidentemente, el Jaujaro forero se parecía más al del sueño que al Jenaro real. Las apreciaciones sobre las personas que se conocen en la red no siempre se corresponden; en este caso -obviando la carencia de vehículo propio- resultó que Jenaro era mucho más discreto en el tú a tú que parapetado tras Jaujaro. Y esa diferencia resultó positiva para Lucas.
ResponderEliminarTodo tiene sus ventajas e incenvenientes. Los buenos amigos, escasean. Los amigos perfectos....mejor olvidarlo ;)
EliminarUn saludo.
Bueno, está claro que sus sueños no son premonitorios! Mejor: las sorpresas suelen ser agradables.
ResponderEliminarFeliz domingo
Bisous
Cierto, madame. En mi adolescencia creía que los sueños eran señal de que algo iba a sucederm pero la experiencia me demostró que no era así.
EliminarBesitos.
Amigo mío, es la teoría de cuerdas en ese universo multidisciplinar en el que nos encontramos. Siempre se aprende algo nuevo... incluso estando despiertos.
ResponderEliminarAbrazo.
Será eso, Rafa. De teorias de cuerdas, la verdad, es que entiendo muy poca cosa.
EliminarUn abrazo.