Inspiración poética
Inspiración, eso es lo que busca el
solitario poeta en los tranquilos campos de la llanura segoviana. El canto
monótono de las cigarras lo acompañan en su caminata. La hierba cruje bajo sus
cansados pies. Lleva un par de horas andando, y el cansancio empieza a hacer mella en él. Por ese motivo hace un último esfuerzo para subir a una empinada colina. Cuando
llega, se sienta en el suelo con algo de brusquedad. De su mochila saca una
cantimplora. Por mucho que le guste estar en armonía con la naturaleza, no
puede evitar una sensación de agobio al beber el agua. Está caliente, pero no
es de extrañar. La inclemencia del sol a sus espaldas se ha cobrado su tributo.
Coge su gorra, y con la visera se abanica como puede.
Está atardeciendo. Coge
la libreta y un lápiz. Se pone a escribir, pero no es su día. Las rimas no
encajan, y sus pensamientos parecen estar en otra parte. Se dice a sí mismo,
que las estrellas, la luna y el sol, ya han sido representados en el papel en
multitudes de ocasiones. Son la “sota, caballo y rey”, de todo hombre inspirado
¿Qué novedad puede añadir él, a lo que otros ilustres escritores ya aportaron
en su día?
"¡Ah, no, espera! ¡Qué torpe soy! Me olvido
del viento, el mar, la brisa y el amor. Aunque esto último, mejor no
mencionarlo. Aún no me he recuperado del todo, de ese brutal desengaño, sufrido
hace más de seis meses". Se dice a sí, mismo.
Entonces, escucha el apasionado canto de un
pájaro, que parece estar despidiéndose del astro amarillo, y dando la bienvenida a
la blanca esfera lunar, ya visible en el amplio horizonte. Parece un ruiseñor. Eso le ayuda un
poco y se pone a escribir.
Pero otros sonidos mucho menos apacibles lo ponen en alerta; son los mosquitos. Como se descuide, se cebarán con él, y le llenarán el cuerpo de molestas picaduras.
Pero otros sonidos mucho menos apacibles lo ponen en alerta; son los mosquitos. Como se descuide, se cebarán con él, y le llenarán el cuerpo de molestas picaduras.
El poeta piensa que ha escogido un mal día.
Para colmo, la punta del lápiz se le rompe. Coge el sacapuntas y lo afila, pero
eso no evita que lo interprete como una especie de negación divina a sus propósitos.
Piensa que lo mejor es volver a su casa, e intentar escribir en otro momento
más propicio.
A lo lejos, un murmullo lejano de tono
festivo, llama su atención. Unas llamativas luces de un ancho edificio que
parece un mesón, le atraen. Ha oído hablar de ese acogedor lugar es la finca El Rancho ¿Qué tal si se acercase por allí, a tomar
algo, y dejarse llevar por el ambiente? No necesita pensárselo mucho, y tras
guardar el cuaderno en la mochila, se levanta. Mira con cara de asco la
cantimplora, y lanza su líquido contenido al suelo. A continuación, se pone en
marcha hacia ese acogedor lugar.
Hola Antonio... no era buen día de inspiración para este poeta.
ResponderEliminarOtro día será... porque, seguro, que tiene mucho que aportar.
Es que si rondan los mosquitos y se rompe la punta del lápiz... mal asunto.
La segunda y tercera foto me encantan.
Besos
El poeta sabe qué día va a escribir y qué día será imposible. Eso se sabe nada más abrir los ojos por la mañana.
ResponderEliminar"Hay días en que el cuerpo pide versos".
Y días en que, aunque toda la belleza terrestre y espiritual te rodee, no hay manera.
Abrazos
Apuesto a que en un lugar como ese sí que encontró inspiración. Parece uno de esos lugares que nos transporta a otros tiempos.
ResponderEliminarFeliz día
Bisous
Bendita tu inspiracion, Tio Antonio.
ResponderEliminarParece que llega de mil maneras, y en este relato llega con cansancio y ganas de refrescarse en ese lugar que se ve a lo lejos, refrescar el alma y el cuerpo, y escribir, versos, o relatos de la vida de diario que también se merece unas amenas letras.
Un abrazo.
Ambar.
Mela: Gracias por tu visita. Los mosquitos son mi pesadilla del verano
ResponderEliminarTrini: Sí, eso parece cierto, pero ¿Cuántos de nosotros, no podemos evitar resistirnos a los hados?
La Dame Masquée: Los lugares inspiradores parecen santuarios de otras épocas.
Ambar: Tras el esfuerzo llega la recompensa. La felicidad, tantas veces añorada, parece brillar por su ausencia, o su presencia suele ser breve. En cambio, el alivio está omnipresente ¿O será, que sin esfuerzo no hay alivio, y sin este no hay felicidad?
Abrazos a tod@s
La inspiración es, muchas veces, dama que se hace de rogar. Se encierra en sus aposentos, silenciosa y sorda a los estímulos exteriores.
ResponderEliminarUn saludo.
Bien cierto es eso. Lo sé por experiencia.
EliminarSaludos cordiales.