El sueño del basurero


   Trabajo como conductor en un vehículo de recogida de basuras. El día parece tranquilo. Es muy temprano. Es festivo y estoy de guardia en el interior del garaje de la empresa. Pero qué duda cabe, que siempre puede ocurrir alguna emergencia ¿Quién sabe? Algún vertido tóxico, algún desgraciado accidente. A saber lo que el destino nos tiene reservado. Pero mi vida es tranquila, mucho, diría yo. Soltero, vivo solo en un modesto apartamento. Ya es una suerte haber encontrado trabajo, aunque sea de conductor de un vehículo de recogida de basuras y desperdicios.



   De pequeño soñaba con ser un héroe espacial, conquistar mundos, casarme con alguna bella princesa, y montones de cosas más, que se me pasaban por la cabeza cuando era niño. Actualmente, solo aspiro a recoger la basura diaria del barrio que me asignan.




   Me pongo a leer para matar el tiempo. Es una pequeña novela de ficción que guardo en el bolsillo de mi pantalón.  A mi alrededor, mis compañeros de guardia dan vueltas y se ponen a charlar. Yo tengo que quedarme sentado en la cabina del camión. Veo que están bebiendo alcohol, y me ofrecen un trago. Prefiero no hacerlo, porque no quiero tener problemas. Me dejo caer encima del volante. Me estoy quedando dormido.  El librito se me cae al suelo.



   Le tengo mucho aprecio, y lo recojo. Es viejo y tiene muchas páginas sueltas. Miro una y otra vez, hasta la saciedad, esperando no haber perdido ninguna. Desde el exterior, un compañero me habla.
   —¿Todo va bien, Andro?
   —Sí, todo funciona, perfectamente. La rueda que estaba medio desinflada, ya la cambié.
   —¿No sales a comer un poco? Ya es la hora del bocadillo. Pronto nos iremos.



   Al ser el tiempo del descanso decido salir. Una vez más, los compañeros me ofrecen alcohol. Nuevamente, rechazo el ofrecimiento.
   —¿Ni un trago? Pero si apenas nos queda media hora de trabajo por hoy.
   —No. El jefe se daría cuenta. Tiene un buen olfato.
   Hablando del jefe, pronto escuchamos sus pasos por el pasillo. Al verme, me da una palmadita en la espalda.
   —Tengo buen olfato, y también buen oído. Termina el bocadillo, y sube al camión. Vosotros tres, iréis con él. Ha surgido una emergencia.
   Cuando el jefe nos explica de qué se trata, mis compañeros suben a toda prisa. Están realmente furiosos.
   —¡Cómo no iba a suceder! Ya estaban tardando.
   —¡Sí, y además en domingo, justo quince minutos antes del relevo!



   Llevo el camión hacia el lugar indicado. Está un poco lejos, y tardamos más de una hora en llegar. La policía ha prohibido al paso a los transeúntes hacia el lugar del suceso. Tras enseñarles nuestra autorización, accedemos. Un vetusto artefacto con ruedas aguarda en el suelo.
   —Todo vuestro, señores. A nosotros no nos interesa. Quitadlo de en medio, antes de que lo vea la gente.
   —¿Hubo testigos? Pregunta mi jefe a los policías.
   —Sí, pero les hemos pedido que no cuenten lo que han visto. Parecen buenos patriotas, y creo que guardarán silencio. Espero que ustedes hagan lo mismo.
   —No tenga la menor duda. Mis hombres son discretos. Dice mi jefe.
   Uno de mis compañeros no puede contener la rabia, y se lía a martillazos con el objeto.
   —¡Esto, por joderme el domingo!
   El jefe sonríe, irónico.
   —Ojalá fueras igual de cumplidor todos los días.



   Tras destrozar el artefacto para facilitar su traslado, barremos el suelo y recogemos los residuos. Lo metemos todo en la trituradora del vehículo de basura, emprendemos el viaje de regreso, y los agentes vuelven a permitir la normal circulación.
   —A ver lo que tardan en mandarnos otro. Lo trataremos de la misma manera.
   Estuvimos todos de acuerdo. Ya estábamos hartos. Los pérfidos terrícolas no paran de enviar vehículos espía a nuestro planeta, Marte. Como se les ocurra poner sus sucias patas en mi amado hogar, mi sueño de ser un héroe se hará realidad.



   Dedicado a la mini serie de principios de los años ochenta, “la escoba espacial”.






    

Comentarios

  1. Excelente relato.
    Un abrazo, feliz noche

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  2. Sorprendente final, no eran las calles que imaginaba.

    Saludos Tio Antonio, muy bueno tu relato.

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    1. Gracias, Yashira. Supongo que todas las calles necesitan una limpieza de vez en cuando ;) Me alegra que te guste.

      Saludos cordiales.

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  3. Un relato muy efectivo, Tío Antonio. Ese final da una auténtica vuelta de tuerca a su sentido.
    Abrazos.

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    1. Gracias, Isabel. Es encantador saber que fue de tu agrado.

      Un fuerte abrazo.

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  4. Y es que basura hay en todos los sitios, jejeje.
    Un saludo.

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    1. Ya lo creo. Parece que eso de "ganarse el pan con el sudor de la frente" es una norma universal del Creador, para todo el mundo ;)

      Saludos.

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  5. mucho tiempo sin pasarme por acá... me encantó la historia, el final cambia totalmente la visión que se tiene hasta entonces, me gustó ese factor.
    genial genial genial
    besos :)

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    1. Gracias por asomarte. Ultimamente, muchos bloggers están de vacaciones. Gracias por leerme.

      Besitos.

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  6. Con las toneladaas de basura espacial que la Tierra ha abandonado en las rutas interestelares, si existieran otras formas de vida reflexiva en el Sistema Solar su idea del género humano sería deprimente.

    Un relato fresco.

    Saludos.

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    1. No debe de ser muy buena. Hay gente que dice haber visto ovnis, pero ellos nos observan desde lejos. Por algo será.

      Saludos.

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  7. Me ha encantado este relato y la sorpresa tan bien ideada del final. Quién sabe si algún día sucederá algo parecido...
    Felicidades y un saludo

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    1. Gracias por leerme. Me alegra que te haya gustado.

      Saludos.

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