La vieja mercería

                                                         

                                              Papel timbrado con el nº de teléfono tachado.

   La abrieron mis padres poco antes de yo nacer. En un principio fue droguería, pero con el tiempo vendimos artículos de mercería. En mi juventud, durante los años setenta, tuvo cierto éxito. Tanto, que no pocas veces mi padre, me recogía tarde de la escuela, y me quedaba a jugar solo en el patio del recreo.

   Me pregunto, no pocas veces, si la gran imaginación que tengo, no se incubó en esos momentos de soledad, pues los compañeros se quedaban jugando conmigo, solo un ratito

   A principios de los ochenta, su estrella declinó. Probablemente, debido a la brutal reconversión naval de los astilleros, que afectó, sobre todo a Cádiz, mi ciudad natal.
 
Los astilleros

   Tras esa reconversión, vinieron los hipermercados, que vendían de todo. Pero el remate final, lo dieron las tiendas de "todo a un euro". Aunque nos adaptamos a los nuevos tiempos, el nivel de venta no mejoró, y a mediados de julio del 2.005, cerramos el negocio.

Tarros de crecepelo. Alguno de ellos me vieron hacer la comunión. Los clientes no confiaban en ellos. Yo, tampoco. Hace un mes que los tiré.

Una vieja balanza. Esa, seguramente, me vio nacer


   Estaba previsto que yo me haría cargo de aquello, algún día. Pero las cosas no salieron como estaba previsto. Además, "Correos", que era dueño del local, ya hacía tiempo que dejó de cobrarnos el alquiler de este. En el supuesto caso de que hubiesen aceptado alquilármelo a mí, lo habrían hecho con un contrato moderno, que desde luego no iba ser tan favorable a mis intereses, como lo fue el viejo para mis padres. A juzgar por las ventas de los últimos tiempos, habría acabado por dejarlo.

                                        Yo, un año después de cerrar. Aún no habíamos vendido los artículos

   A pesar de que intentamos negociar con Correos, estos se mostraron fríos y dsitantes. Nos devolvían el dinero del alquiler del local, y nos decían secamente "hagan una oferta". Los vecinos, que en su mayoría trabajaban ahí, nos confirmaban que tal entidad no estaba interesada en alquilarnos nada. Eso supondría unos gastos y un mantenimiento, que no se podían permitir. Me olvidé mencionar, que en algunas ocasiones se producían atasques de tuberías, con el consiguiente malestar producido, y las culpas de unos a otros, sobre quiénes fueron los causantes.


Un viejo teléfono. Era el que atendía las llamadas durante los viejos y buenos tiempos.

   Entre los años 2.006 y 2.008 nos olvidamos de la mercería-droguería, excepto para vender barato a otra mercería, algunos artículos que aún quedaban. Curiosamente, mi afición por la escritura comenzó, casi un año antes de cerrarla ¿Presagio?


                          Estanterías. Contenían latas de pinturas y brochas. Esas no fueron vendidas. Unas nos las llevamos, y otras estaban secas y fueron a parar a la basura

 
   A principios del 2.009, harto de los virus que atacaban constantemente mi ordenador, me vi obligado a comprarme un portátil, y buscarme otro sitio fuera del alcance de internet, para evitar distracciones ¿Y qué mejor lugar, que la vieja mercería? Aún estando cerrada, había quedado como una especie de "tierra de nadie", y en desuso. Mientras Correos nos echa o no, ahí me quedé, pues aunque legalmente no es mía, la llevo muy arraigada en el corazón.


La puerta con la baraja levantada


   Durante ese tiempo, ha sido mi rincón para escribir relatos y editarlos. Pero un día escuchamos rumores de que Correos va a subastar o vender los locales a principios del 2.014. Rumores como esos los escuchábamos todos los días, pero por el momento, no ha ocurrido nada, ni se nos ha comunicado oficialmente, nada por el estilo.
Mi portátil en una mesa de televisión con ruedas. Mi primer escritorio, situado detrás del mostrador.

Con el tiempo cambié de lugar el escritorio, y lo puse en la parte exterior.Sin duda, no estorbará a los clientes ;)

Durante un breve tiempo usé un monitor, pero no me gustó. Ya me había acostumbrado a la ancha pantalla que traía el portátil. Además, está averiado y cambia las tonalidades, de vez en cuando.

Decorado un poco durante las navidades del 2.012 con lo que encontré por ahí. La flor de papel la hizo mi sobrina. 

Yo, mirando la decoración navideña

   Aún sigo allí, pero no descarto tenerme que ir. Como es natural, aún quedan cosas que desconocemos qué hacer con ellas, y la nostalgia ocupa sitio. Tenemos un cuarto trastero en el que podemos guardar algunas pertenencias. Espero que sobre sitio para instalar mi pequeño estudio. Pero es un lugar incómodo, situado debajo de una rampa. Me doy con frecuencia muchos cabezazos al andar. No hay servicios, y hace mucha humedad, por lo que tendré que estar paseando el portátil, con frecuencia.

Dentro de poco, este será mi nuevo escritorio. Obsérvese la poca altura existente entre el techo y el suelo. Me aguardan muchos cabezazos al levantarme. No tiene servicio, y está muy húmedo.Pero no tengo otra cosa 

   Ya pensé en la biblioteca como lugar para editar/escribir mis relatos. Pero no me convence. No siempre es posible encontrar un enchufe libre. Tampoco voy a estar cargando con mi teclado inalámbrico, y llenar la mesa de tiestos, molestando a los demás usuarios. El ratón que no falte, pues el teclado táctil de los portátiles no me gusta. Se saltan los márgenes con frecuencia. A ver, cómo acaba todo esto. El caso es no dejar de escribir.




Comentarios

  1. Aún falta para enero del 2014 y no está el mercado tan sencillo para vender locales, osea que lo mismo te quedan unos añitos en la vieja mercería. Cuanto cariño le tomamos a los lugares en los que crecemos, los recordaremos siempre. Un saludo paisano!!

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    1. Gracias por pasarte, paisana. Bien es verdad que los lugares donde pasamos parte de nuestra vida, son también partes de nosotros mismos.

      Saludos cordiales

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  2. Indudablemente, ese establecimiento representa muchos momentos vividos y es lógico que hayas creado en él un espacio personal donde la creatividad se pasea.
    Me recuerda las tiendas de antes, donde se podía encontrar casi cualquier cosa.

    Un saludo.

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    1. Había casi de todo. A veces, nos volvíamos locos para encontrar alguna cosa.

      Saludos.

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  3. Nostálgico post, tio Antonio.
    Vas a marear al ordenador de ir de un sitio a otro, es broma.
    Un abrazo

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    1. Gracias por pasarte por aquí. Ya ni me acordaba que escribí este hilo. Por poco lo escribo otra vez. Son tantos los recuerdos, que a lo mejor vale la pena escribirlo de nuevo ;) . Un fuerte abrazo.

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